Quisiera pedirte que hicieras esto por mí, sé que no tengo
derecho, aún así, querría que me dieras la oportunidad de explicarte. Creo que esto puede ser bueno para ambos. Ni
siquiera puedo imaginar el dolor que te he causado, soy consciente de ello,
no creas que no vivo con la culpa de lo que te he hecho. Hoy
siento la necesidad de abrirte mi
alma, tengo la vaga esperanza de llegar a obtener algún tipo de perdón, de
comprensión.
Eras tan hermosa, tan perfecta. Al principio a penas era
consciente de lo que te hacía, de las consecuencias que tendrían mis actos. De
verdad, no lo pensé. Era fácil, era cómodo y de repente todo estaba a mi
alcance, todo cuanto podría haber imaginado podía tenerlo, sin límites. Pero no
te voy a mentir, llegó el momento en el que caí en la cuenta de la gravedad de
la situación, de que se me había ido de
las manos. Las manos…mis manos manchadas, están manchadas con tu sangre. Te
preguntarás, con razón, por qué no fui capaz de detener aquella locura. Y la única
respuesta que puedo ofrecerte es patética: estaba en la naturaleza de mi ser.
Con la distancia del tiempo aún puedo visualizar todo el daño
que te causé, el desastre que quedó. Puedo recordar cómo se marchitaba tu
belleza y cómo te revolvías contra mí, siempre tuviste una increíble fortaleza,
hasta el último segundo.
Acabé con tus pulmones, esos preciosos bosques y selvas
amazónicas que me permitían tener aire limpio que respirar. Agoté tus recursos,
excavé hasta tus mismas entrañas y extraje cuanto podía serme de utilidad hasta
que quedaste seca. Perseguí a los seres vivos que convivían conmigo hasta
llevarles a la extinción. Contaminé tu cielo azul y su aire puro hasta que
quedó cubierto por una nube de gases tóxicos. Abrí un agujero en tu atmósfera.
Cubrí tus suelos con basura de la que
eras incapaz de deshacerte. Ensucié tus ríos y tus mares, tus océanos, tus
aguas subterráneas. Deshice el hielo de tus polos y varié tu clima y tus ciclos
naturales. Arrasé con tus paisajes para construir mis aberraciones. Te
exploté hasta el límite de tus posibilidades.
No quedó nada de lo que una vez fuiste. El verde y el azul
se tornaron grises y negros. Maté tu infinita sabiduría a base de hacer oídos sordos,
todas las posibilidades que ofrecías y la esperanza que dabas se desvanecieron,
sólo dejé un cascarón vacío.
Yo quiero poder explicarte, que entiendas…y no dejo de
repetirme que una vez estuve a tiempo de parar.