domingo, 11 de agosto de 2013

Sin mañana

Creo recordar que aquí antes había colores. Sí, estoy prácticamente segura de que los vi, justo ahí donde está esa pared. ¿Tú también te has dado cuenta?

Preparan un escenario a mi alrededor y cómo buena intérprete actúo según me dicta el guión. Sobre la mesa unos grilletes que ajusto a mis tobillos, eso dificultará la huida. El gris se adueña de todo, un silencio mudo se apelmaza en el aire, el tiempo en su triste transcurrir alarga los segundos arrastrando las agujas por el reloj lentamente, sin embargo los días salen volando.

Otra vez la misma pared, justo ahí.

Soy una viajera inter-dimensional, abriendo brechas en el continuo espacio tiempo escapo para visitar a mi yo pasado y futuro, a mi yo de otras realidades. Les cuento los horrores de la humanidad y que nos persiguen, a cambio ellas comparten un pedazo de su felicidad conmigo.

El ser humano con su capacidad de superación, de realizar grandes proezas, de las mayores heroicidades, de alcanzar hitos impensables, se ve sometido únicamente por su propia creación. Las estructuras sociales, lo políticamente correcto, los falsos valores, la economía. El gris que ha inventado para crear esclavos.

Sabedores de que podríamos afrontar cualquier otra cosa, lo que más tememos es nuestra propia rutina, nos descubrimos anhelando incluso el apocalípsis, la destrucción de la humanidad o cualquier horror morbosamente atroz, con tal de vernos arrastrados fuera de la monotonía de nuestra sobria civilización. Si el mañana es igual al ayer por siempre jamás, es que ya no hay un mañana…

A veces, la única forma de sobrevivir es aislarse de este mundo. A veces, la única forma de escapar es encerrarse.